jueves, 7 de junio de 2012

¡¡¡A SEGUIR ROCKEANDO!!!

Después de volver con éxito de Cochabamba, felices por los resultados logrados y la satisfacción de la gente "kh'ochala", Etil Rock Force vuelve al estridente y excitante movimiento nocturno en "boliches" de nuestra hermosa La Paz. Varios días de ensayo fueron plasmados en la última presentación de la banda en Matheus Piano Bar (Sopocachi) el pasado primero de Junio. Las mesas llenas, el ambiente se preparaba para recibir el sentimiento de las cuerdas de Pardex y la voz inigualable de RP, sin desmerecer el contagioso "beat" que Charlie innfundía con su batería. Ya pasadas las 10 de la noche, Etil Rock Force se apodera del escenario y deja sonar una introducción que daría paso a un clásico del Hard Rock inglés, la canción Burn de Deep Purple.
Los minutos transcurrían y ya se veía aquella alegría típica del "efecto Erfiano" en la gente y, sin lugar a dudas, de la gente de la barra que servía los tragos a ritmo de rock'n'roll. Es entonces cuando llega el turno de The House of The Rising Sun, canción propia de The Animals que fue versionada de manera espectacular por ERF haciendo vibrar al público con cada acorde y golpe de voz. Fueron dos sets de canciones llenas de blues plasmadas en las composiciones de la banda (Blues de la Libertad y Lonely Days), varios otros covers ejecutados al peculiar estilo de Etil Rock Force. La noche ya se terminaba y después del último set, Percy (RP) deleitó a nuestros amigos (as) con una "guitarreada" al tocar temas de Sui Generis, Calamaro, Loukass, y otros grandes éxitos de antaño; canciones que sensibilizaron al público llevándolos, en un viaje por el tiempo, a recuerdos inolvidables.
En fin, fue una noche maravillosa. Una noche llena de magia y rock'n'roll que, estoy seguro, se quedará en la memoria y el corazón de muchos.
Y el camino no acaba aquí, el mapa nos indicá que hay más por venir... Y la historia continuará este 15 de Junio, cuando Etil Rock Force (ERF) se apodere de nuevo de las tablas y del público.
¡Los esperamos!
Por Carlos S. Amaro

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